domingo, julio 30, 2006

Tres jirones más

- Que en el aire que quedó entre nosotros
no había más que silencio perforado
de fútiles sonidos, y tus labios
no querían moverse y se movían
para hacerme comprender que no debía
haber jugado con fuego y querer
no estar quemado.

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- Pretender demasiado.
La historia que os contaría
muere de pura ironía
sin aún ser un relato.
Historia interminada que se modifica
en cada instante; un alarido que empieza
para sufrir su fin de forma repentina
allá en un incierto futuro desafiante
(la vida).

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- Así miraba estos mares de plata
desde la nostalgia de la arena
de un desierto que fue rocas
esculpidas por la eterna
fuerza de la naturaleza.
Las ruinas de algo estrecho
se ofrecían al firmamento
pidiendo ser de nuevo piedra
que levantase un monumento.

Yo fui hambriento..
de plata y agua
y espuma y movimiento.

Y la arena,
sólo arena quieta
era todo mi alimento.

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lunes, julio 17, 2006

In vino Veritas


Como el verde-azul buscado siempre, el matiz de los colores estalla en las retinas de un axioma inevitable; la luz que arroja y desparrama el vino nos desborda hasta la tontería, obligándonos a ser lo tan temido, lo imposible; sinceros como planos no rugosos, expectorantes de fidelidad a la asociación siempre ahuyentada.
El lenguaje es una trampa utilizada para engañar, para engañarnos, siempre poniendo excusas razonables formadas por un flujo de fonemas o letremas que intentamos proyectar de forma absurdamente lógica, comprendible.
Sin poder evitarlo recuerdo la experiencia y el intento de plasmarla de Baudelaire en letra; un intento genial pero imposible, un amago de desahogo delirante de mitificación de la sustancia, cuando la sustancia sólo implica una detonación del complejo absurdo de la percepción.
No cambian las formas ni los colores... ni siquiera la percepción en sí de los mismos. Sólo es distinta la sinceridad con que se percibe para sí la realidad e, inevitablemente, la sinceridad con la que descodificamos y comprendemos el flujo de estímulos que recibimos. Al contarnos a nosotros sin mentiras como somos a través de lo que experimentamos, no podemos dejar de soltar la verborrea fundamental que nos conforma; cuando las contradicciones del sí mismo toman forma, sólo entonces, tenemos derecho a escribir en la seguridad de que lo dicho... es verdad.