domingo, junio 11, 2006

En el marco indefinido de un mundo cualquiera


Tengo que hacer resonar las líneas con las que dibujo una realidad a cada momento. Los bordes ya no me parecen bordes, sino hojas de doble filo por las que entrar en otras dimensiones. Los ángulos que cierran las estancias se me retuercen curvándose hacia dentro como caracoles hambrientos de espacio vital. Las ventanas... parecen tan lejanas que el movimiento afuera suyo es como una película, bidimensional e inalcanzable, imposible de acariciar. Detrás de mi cogote no hay nada, sencillamente, nada; tengo que dar la vuelta a mi cabeza para reconstruir la verdad recién olvidada, ya que los espejos no me sirven por aparecérseme como ventanas, tan distantes e irreales. Miro para ver lo que no veo y escucho sin haber sonido alguno, retorciendo mis orejas en un último intento de encontrar lo que aún parece perdido o no encontrado todavía.
Son tan lógicos los mecanismos, tan lineales, que cuesta entender que hayamos construido una realidad fundamentada en mecanismos simplicistas y efectivos, productivos, bochornosos...