viernes, agosto 25, 2006

La mónada

Voy buscando los llantos irascibles del destino
salteando sus burlantes caprichos
de bufones retorcidos.

Me encontré una vez y me he perdido
y me he vuelto a encontrar
en el abismo del silbido
de la sirena Soledad.

Cada letra que escribo,
emerge de la certeza
del sendero de mi consciencia
que es por naturaleza
el fatalismo.


Abrazar por siempre lo no tenido
apoyar los brazos y el cuerpo
en el inmenso vacío
que necesito.

No creer que hubiera podido,
eso impulsa a mi espíritu
a luchar por el abismo
de lo desconocido.


"…Así es que, la mónada, siendo principio y raíz de todas las cosas, existe en todas las cosas, en tanto que raíz y principio. Ahora bien nada existe sin principio. En cuanto al principio mismo, él no ha salido de nada, sino es de él mismo, ya que es en efecto principio de todo el resto. Siendo así principio, la mónada comprende todo número, sin estar comprendida en ninguno de ellos. Y engendra todo número, sin ser engendrada por ningún otro número. Efectivamente, todo lo engendrado es imperfecto y divisible, extensible y reducible; pero nada así afecta a lo perfecto. Y, si bien lo que es extensible deriva su extensión de la mónada, sucumbe al contrario por su propia debilidad cuando no es más capaz de contenerla."

DISCURSO DE HERMES A TAT:
LA CRÁTERA, O LA MÓNADA
Poimandrés IV

1 Comments:

Blogger Rodia said...

Tampoco hay medio de explicar cómo una mónada pueda ser alterada o cambiada en su interior por otra criatura, puesto que nada puede transponerse a ella, ni puede concebirse en ella ningún movimiento interno, capaz de ser excitado, dirigido, aumentado o disminuido, como ello es posible en los compuestos, en los cuales hay cambios entre las partes. Las mónadas no tienen ventanas por donde algo pueda entrar o salir. Los accidentes no pueden desprenderse de las substancias, ni andar fuera de ellas, como antiguamente hacían las especies sensibles de los Escolásticos.
Así pues, en una mónada no puede entrar de fuera ni substancia ni accidente alguno.

Gottfried Leibniz, Monadología, punto 7.

sábado, 30 septiembre, 2006  

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