En lo pequeño

Desde hace bastante tiempo, me vengo preguntando, como tanta otra gente, de qué está hecha la materia, si es que existe tal cosa. Para muchos otros, la respuesta no tiene importancia porque, al fin y al cabo, en su mundo, en su escala, saber eso no va a servirles de mucho. Lo poco que sé sobre física me hace plantearme preguntas que, si tuviera unos estudios específicos sobre el tema, quizá podría responder. O quizá no, no lo sé.
Por ejemplo, si los electrones viajan tan rápido como parece que lo hacen y teniendo en cuenta que la relatividad predice que a mayor velocidad el tiempo se dilata, esos electrones ¿tienen tiempo? ¿o experimentan una especie de eternidad, un limbo anacrónico donde sólo cabe girar en torno a sí (o manifestarlo de esa manera) y a un supuesto núcleo pesado? -por lo visto no; ellos tienen un tiempo normalizado, como el astronauta que viaja muy rápido y no percibe nada raro en el pasar de los minutos hasta que vuelve al lugar en el que el mundo giraba a una velocidad menor.
Parece paradójico que las partes más pequeñas que nos forman (por llamarlo de alguna manera, al fin y al cabo también son grandes cantidades de energía concentrada) existan en un tiempo tan diferente al nuestro. Que nosotros, con nuestras prisas y nuestras pausas, estemos viviendo a la vez que ellos, compartiendo puntos del tejido temporal en una simultaneidad que deja en evidencia nuestras limitaciones conceptuales. Nosotros observamos su casi atemporalidad reflejada en enormes velocidades, pero ellos sienten su realidad igual que nosotros.
Supongo, claro...
Por ejemplo, si los electrones viajan tan rápido como parece que lo hacen y teniendo en cuenta que la relatividad predice que a mayor velocidad el tiempo se dilata, esos electrones ¿tienen tiempo? ¿o experimentan una especie de eternidad, un limbo anacrónico donde sólo cabe girar en torno a sí (o manifestarlo de esa manera) y a un supuesto núcleo pesado? -por lo visto no; ellos tienen un tiempo normalizado, como el astronauta que viaja muy rápido y no percibe nada raro en el pasar de los minutos hasta que vuelve al lugar en el que el mundo giraba a una velocidad menor.
Parece paradójico que las partes más pequeñas que nos forman (por llamarlo de alguna manera, al fin y al cabo también son grandes cantidades de energía concentrada) existan en un tiempo tan diferente al nuestro. Que nosotros, con nuestras prisas y nuestras pausas, estemos viviendo a la vez que ellos, compartiendo puntos del tejido temporal en una simultaneidad que deja en evidencia nuestras limitaciones conceptuales. Nosotros observamos su casi atemporalidad reflejada en enormes velocidades, pero ellos sienten su realidad igual que nosotros.
Supongo, claro...
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home