Hoy, o ayer...
Ya sé que esto se acaba pasando. Se le acaba pasando a uno. El efímero entusiasmo de lo imposible, la caída en la torpeza infinita, esa que huele, de vez en cuando, a ilusión. El empuje de los trozos repartidos de lo que he acabado siendo; en realidad, de lo que siempre fui, hoy más separados que entonces, ayudando dificultades distanciosas, cada vez más distanciadas.
Intento recogerme los pedazos y así prosigo mis caminos; uno aquí, otro allá. Y de tanto en tanto experimento el espejismo de tenerlos todos cerca, asequibles, no perdidos, alegremente próximos unos de otros.
La caída en el espejismo es reconfortante, aún después de darme cuenta de que los castillos que he creado se alimentan y tambalean sólo de alucinación y ansias perdidas. Después de todo, la decepción también nos recuerda que seguimos estando vivos.
Morimos rápido, sólo tenenemos que escuchar a nuestro cuerpo. Y no me importa, sólo pido a cambio sentir, sentir. Los extremos del sentir, sólo eso.
Intento recogerme los pedazos y así prosigo mis caminos; uno aquí, otro allá. Y de tanto en tanto experimento el espejismo de tenerlos todos cerca, asequibles, no perdidos, alegremente próximos unos de otros.
La caída en el espejismo es reconfortante, aún después de darme cuenta de que los castillos que he creado se alimentan y tambalean sólo de alucinación y ansias perdidas. Después de todo, la decepción también nos recuerda que seguimos estando vivos.
Morimos rápido, sólo tenenemos que escuchar a nuestro cuerpo. Y no me importa, sólo pido a cambio sentir, sentir. Los extremos del sentir, sólo eso.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home